Link de Referencia:
https://www.youtube.com/live/jagkl3ZIh5c?si=cnU84oWu2Oc1DtsN&t=515
Esta semana, tomamos conocimiento a través de la sesión de Consejo Directivo, del 14 de octubre de 2025, sobre hechos de violencia que fueron provocados en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires.
La Consejera Estudiantil por la Minoría presentó un proyecto denunciando pintadas anónimas que aparecieron en el baño de hombres del 4to piso de la mencionada institución, ofensivas y que incitan a la violencia de género, junto con la publicación de datos privados de las personas afectadas, que incluyen sus respectivos números de celular.
Desde CEPROFAR, expresamos nuestro más profundo repudio ante los hechos, que tomaron público conocimiento, por los cuales se afectaron a dos estudiantes mujeres, con quienes nos solidarizamos.
Las entidades educativas tienen la obligación de trabajar sobre esta temática, ya que no es suficiente contar con los mejores planes de estudio, si luego, sus egresadas y egresados tuvieran comportamientos discriminatorios, ofensivos y/o violentos.
Incidentes como aquellos no deben ocurrir en ninguna Institución, sin importar si es una entidad educativa o no, pública o privada, universitaria de cualquier otro ámbito, resultando más alarmante aún, en el ámbito de una facultad donde la mayoría de sus estudiantes son mujeres, y su población estudiantil en general, es mayor de edad. A ello se suma la circunstancia que esas mismas personas, tras atravesar su formación académica, ejercerán una profesión con responsabilidad social dentro del ámbito de la Salud.
No nos hallamos frente a un hecho aislado; sino que el mismo emerge de un contexto sociopolítico donde una parcialidad importante (no por su cuantía sino por su capacidad de daño), habilita y propende el hostigamiento hacia las mujeres, las diversidades, las minorías étnicas, hacia determinadas religiones, y hacia casi toda disidencia política.
Las instituciones universitarias, tanto las públicas como las privadas, deben responder en consecuencia, trabajando para que sus egresados no sólo no ejerzan ningún tipo de violencia, sino que además cuenten con la capacidad de identificarla, y de prevenir su ocurrencia. Y también, deben tomarse medidas que permitan desterrar cualquier tipo de comportamiento social patológico. Para ello habrá que contemplar la posibilidad de efectuar talleres obligatorios, y/o la incorporación de materias específicas en sus planes de estudio que permitan tomar conocimiento en la temática de violencia para la formación integral de profesionales de la Salud.
Decimos entonces,
NO A LA VIOLENCIA, de cualquier índole, sea violencia de género, la denominada racista o xenófoba, por creencias religiosas, o por ideas políticas,
NO A LA VIOLENCIA sea física, discursiva o simbólica.