En 1935, Julian Augusto Roux, fundaba en nuestro país el laboratorio OCEFA, que unas décadas más tarde pasaría a ser Roux-Ocefa y se convertiría en un emblema de la industria farmacéutica nacional. En poco tiempo cosechó varias proezas: desarrollo los hilos de sutura reabsorbibles y fue el primer productor de soluciones parenterales de nuestro país. El laboratorio se estableció como uno de los pioneros en desarrollo tecnológico del ámbito de la salud. En 1950, Roux-OCEFA creó una Fundación con fines academicos, de investigacion y de docencia. Con la cual sentó las bases de un proyecto de laboratorio que iba más allá de la mera rentabilidad económica. Un laboratorio que buscaba aportar al conocimiento de la medicina moderna y apostaba a la inversión en innovación tecnológica para nuestro sistema sanitario.

Hace aproximadamente 10 años, según remiten los operarios con más antigüedad, el rumbo estratégico de Roux-OCEFA se vio truncado por un cambio generacional en la presidencia. Las ganancias no eran reinvertidas, no se buscaba ni crecimiento ni desarrollo como objetivos últimos. Los cambios de dirección ejecutiva siempre son difíciles, pero en este caso, fueron definitorios. 

En 2016 la empresa comenzó a incumplir con convenios laborales, atrasandose con el pago de sueldos y despidiendo trabajadores de forma irregular. En varias oportunidades los trabajadores denunciaron que se había iniciado un proceso de vaciamiento oculto. Estos incidentes se fueron agravando, la empresa cambió de manos varias veces y todo desembocó  en una penosa situación: 400 personas se quedaban sin trabajo, sin indemnización, ni respuestas. Un laboratorio nacional, motivo de orgullo para todos los argentinos, cerraba sus puertas y miles de pacientes se veían obligados a interrumpir su tratamiento habitual.

Hoy podríamos estar frente a un escenario trágico si no fuera por una razón: el esfuerzo incansable de las y los trabajadores despedidos que nunca bajaron los brazos. Su obstinación por creer que se podía sacar el laboratorio adelante, su sentido de pertenencia y su plena conciencia sobre las capacidades con las que cuentan hicieron que el 30 de abril del 2019, mediante una orden judicial, comenzara el sueño de la reapertura de Roux-Ocefa dirigido, en esta oportunidad, por una cooperativa de trabajo, FarmaCoop.

El pasado sábado, desde CEPROFAR, visitamos la planta para conocer al grupo de jóvenes que forman parte de la comisión directiva de FarmaCoop que, en representación de sus compañeros, nos comentaron el difícil proceso que atravesaron hasta llegar al escenario actual. 

Pudimos recorrer las instalaciones y nos interiorizamos sobre los proyectos a futuro. Si bien el principal objetivo es volver a garantizar puestos de trabajo estables para los integrantes de la cooperativa, FarmaCoop sueña con volver a ser un laboratorio de vanguardia en tecnología farmacéutica con perspectiva social. Las aspiraciones van mucho más allá del sostenimiento del laboratorio, pretenden que la planta tenga un fuerte ligamen con la comunidad que tanto los ayudó en estos años, en ese sentido, ya funcionan en la sede de Villa Luro un bachillerato y un centro cultural.

Terminamos el recorrido gratamente sorprendidos. La reconstrucción de la planta es un hecho, el conocimiento de los trabajadores sobre el área y su capacidad para generar un equipo de trabajo sólido con los profesionales hace que la reapertura de Roux-ocefa sea inminente. Solo queda la inspección de ANMAT que será en las próximas semanas.

Esperamos ansiosos que este emblema de la industria farmacéutica vuelva a ser ese laboratorio de excelencia, parte fundamental del desarrollo sanitario de nuestro país. Allí estaremos las y los profesionales farmacéuticos para aportar nuestros conocimientos y ponerlos al servicio de la sociedad, como venimos haciendo desde el dia que salimos de nuestra facultad. 

Nota redactada por la colega Farm. Florencia Tiseyra

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